Cartógrafos
Los atlas y los mapas impresos en la compañía de la familia Blaeu, de Ámsterdam, son conocidos en todo el mundo. Reyes, zares y otros grandes personajes, todos quieren tener una hermosa edición de un atlas o un delicado globo terráqueo de Blaeu. Son un símbolo de riqueza y conocimiento, una combinación muy poderosa.
Willem Janszoon Blaeu (1571-1638), hijo de un comerciante de arenques, se educó en Dinamarca con el famoso astrónomo danés Tycho Brahe. Allí aprendió navegación y se convirtió en fabricante de instrumentos y globos terráqueos. De vuelta en Ámsterdam funda su propia imprenta y editorial, donde fabrica globos terráqueos y más adelante también mapas. Desde sus primeros mapas impresos en 1605, Blaeu destaca por su calidad y su enfoque innovador. Las mediciones no las hacía él mismo, sino que desarrollaba sus mapas en base a mapas ya existentes, añadiendo conocimiento tomado de diarios de a bordo, crónicas de viajes y conversaciones con marineros. Sus mapas y atlas otorgaron a Blaeu una reputación internacional.
Tras su muerte, su hijo Johan (1599?-1637) toma el mando de la empresa. Llevaría al negocio familiar a cotas aún más altas. Ochenta empleados operaban quince imprentas. Gran cantidad de mujeres y niños ganaban dinero coloreando los mapas.
Mapas de viaje
Los mapas de Blaeu son parte de una larga tradición. Los mapas más antiguos que se conocen, confeccionados en la Antigua China y en Oriente Medio, tienen una función catastral: registran las posesiones de los terratenientes. Desde los tiempos de los griegos y los romanos existen mapas que muestran el aspecto del mundo. Las primeras cartas de navegación proceden del siglo XIII. El descubrimiento de la brújula permitió que los barcos ya no necesitasen tener la costa a la vista para poder orientarse.
Los españoles y los portugueses fueron los primeros europeos que cruzaron y cartografiaron los océanos. Un buen mapa puede marcar la diferencia en tiempos de guerra o durante la conquista de nuevos territorios. La ruta hacia Asia a través de Suráfrica es larga y agotadora. Valdría la pena encontrar una ruta más rápida. Willem Barentsz fue enviado por la joven República a buscar una ruta alternativa por el norte, rodeando el polo. Su intento acabó encallado en el hielo en 1596, en la isla de Nueva Zembla. Pero la mucha información que trajo de su viaje mantuvo a los cartógrafos ocupados.
Atlas Maior
Joan Blaeu produjo un gran número de nuevos mapas y atlas, entre ellos el famoso Atlas Maior, que desde 1662 fue comercializado en distintas ediciones e idiomas. Con casi seiscientos mapas y varios miles de páginas de descripciones, este atlas en varios volúmenes plasmó en papel el mundo conocido. El Atlas deja ver cómo el conocimiento del mundo fue ampliado por los exploradores y comerciantes. La República tiene, en los tiempos de Blaeu, más experiencia que ninguna otra nación en este asunto, si bien su conocimiento sería rápidamente adoptado por cartógrafos de otros países.
El Atlas es el libro en volúmenes más caro del siglo XVII. La versión sin colorear cuesta 350 florines, más que los ingresos anuales de un artesano en esos tiempos. La versión coloreada cuesta cien florines más. Los mapas son de gran belleza, pero rara vez son originales. A menudo pertenecen a ediciones anteriores, a veces obsoletas, y normalmente no son del todo correctos. Aún así, el Atlas es muy apreciado. Blaeu, con su Atlas Maior, puso el mundo al alcance de la mano de la forma más bella imaginable.