Fuerte Elmina
Los portugueses establecieron las primeras colonias europeas con esclavos en el siglo XV: en plantaciones azucareras a lo largo de la costa africana, y más adelante en mayor escala en Brasil. Otros países europeos imitaron su ejemplo. A lo largo de la costa africana se construyeron fuertes para hacer negocios con reinos africanos. El fuerte neerlandés más importante es Fuerte Elmina, en la actual Ghana. Allí se hacían negocios con el reino de Ashanti, cuyos habitantes secuestran personas y toman prisioneros en sus guerras. En Fuerte Elmina, los comerciantes neerlandeses intercambian a estos hombres por productos textiles, metales, joyas, alcohol, pólvora y armas.
Compañía neerlandesa de las Indias Occidentales
Bajo el mando del gobernador general Johan Maurits van Nassau-Siegen, el gobernador general del Brasil Neerlandés, la República se convirtió en un actor aún más relevante en la trata de personas. La Compañía de las Indias Occidentales perdió su colonia brasileña en 1654, y con ella una porción importante de su mercado. Sin embargo, la Compañía siguió traficando con personas, vendiendo sobre todo a las colonias inglesas y españolas. Curaçao se convirtió en el nodo comercial más importante de la zona caribeña. La República se convirtió así, por poco tiempo, en la mayor tratante de esclavos del mundo. Además, los neerlandeses comerciaron con cientos de miles de personas en Asia.
Después de 1750 el comercio de esclavos transatlántico es el más lucrativo. El papel neerlandés en la trata de personas ha disminuído, pero los productos manufacturados por esclavos son cada vez más importantes para la economía. Hacia 1770, no menos del 19% de los bienes de importación son producidos por esclavos, y más del 5% de la economía neerlandesa consiste en actividades relacionadas con la esclavitud. Entre los siglos XV y XIX los tratantes europeos transportaron un total de unos doce millones de esclavos de una orilla a otra del Atlántico. Unos 600.000 lo hicieron en barcos neerlandeses.
Revuelta
Las sociedades esclavistas son extremadamente desiguales y violentas. Los dueños de esclavos tienen la ley de su lado, y aplican métodos terroríficos para mantener el control estando en minoría. Hay revueltas constantemente, unas más pequeñas y otras más grandes. En los campos de Surinam un 95% de la población local fue esclavizada. Algunos de ellos huyeron a los bosques, y allí permanecieron ocultos. Desde allí libraron una larga batalla contra los colonizadores. A estos refugiados y a sus descendientes se les llamaba cimarrones. Algunos grupos cimarrones, como los Saamaka, los Aluku o los Okanisi existen aún hoy.
En 1795 tuvo lugar una revuelta en Curaçao, liderada por Tula, un luchador de la resistencia. Inspirado por los ideales de la Revolución Francesa y la revuelta exitosa de Saint-Domingue (el actual Haití y entonces colonia francesa), exige la libertad junto con sus compañeros. Las autoridades coloniales neerlandesas sofocan la revuelta de Tula ese mismo año. Él y sus compañeros de lucha son torturados y ejecutados.
Abolición
A finales del siglo XVIII crece la indignación contra el comercio de esclavos. Tras el éxito de la Revolución Haitiana los franceses deciden abolir la esclavitud. Los ingleses prohíben la trata de esclavos en 1808, y presionan al Rey Guillermo I en 1814 para que haga lo mismo. La abolición de la esclavitud no llegaría hasta 1860 a las Indias Neerlandesas, ni hasta el 1 de Julio de 1863 para las colonias atlánticas.
Cada año, el 1 de Julio, en los Países Bajos se conmemora y celebra la abolición de la esclavitud con la fiesta del Keti Koti ("cadenas rotas" en la lengua de Surinam).