La Gran Guerra
La Primera Guerra Mundial es la primera gran guerra que involucró a millones de soldados y civiles de todo el mundo. En este conflicto las “potencias centrales” (Alemania, Austria-Hungría y el Imperio Otomano) se enfrentaron a "los aliados" (Francia, Gran Bretaña y Rusia). El frente no se limitó a Europa, sino que se extendió hasta África, Asia y Oriente Medio. Muchos países con colonias participaron en esta guerra. Como consecuencia soldados de todo el mundo fueron llamaros a filas.
Los combates en Francia y Bélgica sucedieron sobretodo en las infames trincheras, que ofrecían una pequeña protección a los soldados. El mayor peligro era salir de ellas para arrojarse sobre el enemigo. Cientos de miles de soldados perdieron la vida en el frente. Cuando en 1917 los Estados Unidos se unen a su causa, los Aliados se posicionan como los claros vencedores. En noviembre de 1918 las potencias centrales se rinden. La guerra costó las vidas de diez millones de soldados y no menos de diez millones de civiles. Los efectos de la guerra seguramente incrementaron la mortalidad causada por la pandemia de Gripe Española, que entre 1918 y 1919 mató a 50 millones de personas en el mundo y en los Países Bajos casi a cuarenta mil.
Neutralidad
Nada más comenzar la Primera Guerra Mundial los Países Bajos se declararon neutrales. Los Países Bajos son tan sólo un pequeño país y no pueden enfrentarse militarmente a vecinos como Inglaterra o Alemania. Además los Países Bajos temen perder sus colonias si entran en la guerra. Tanto los Países Bajos como Bélgica querían permanecer neutrales, tal y cómo lo habían sido desde hacía décadas. Bélgica no lo logró, porque el ejército alemán invadió su territorio en su marcha hacia París. Los Países Bajos fueron más afortunados y pudieron mantener su neutralidad, al igual que por ejemplo Dinamarca, España y Suiza. Si los Países Bajos finalmente lograron mantenerse neutrales fue principalmente gracias a que tanto Inglaterra como Alemania tenían un interés en ello: usaron los Países Bajos como un estado colchón.
Mantener una posición completamente neutral resultó ser difícil. Al comienzo de la guerra más de un millón de belgas huyeron a los Países Bajos. Los refugiados fueron encerrados en barracones, entre otros lugares. Entre ellos había muchos voluntarios que querían alistarse con los Aliados. Por ello, los alemanes instalaron 332 kilómetros de alambrada electrificada entre los Países Bajos y Bélgica. Esta frontera pasó a ser conocida como la Alambrada de la Muerte.
Gran Bretaña impedía el comercio con Alemania y prohibió a los Países Bajos la reventa productos de importación a los alemanes. Los Alemanes trataron de obtener de los Países Bajos tantos productos y materiales como fuese posible. Trescientos barcos neerlandeses fueron hundidos por las minas británicas y los torpedos alemanes. El desempleo creció debido a la reducción del comercio internacional. La comida escaseó y empezó a racionarse. En 1917 y 1918 amas de casa desesperadas saquearon los almacenes de alimentos en Ámsterdam y Róterdam.
Revolución
Hacia el final de la guerra diferentes países Europeos viven corrientes revolucionarias. En Rusia el zar es depuesto y asesinado. Tras la guerra, el káiser alemán huye a los Países Bajos y Alemania se convierte en una república. La amenaza revolucionaria también afectó a los Países Bajos, lo que empujó al gobierno a hacer grandes reformas para calmar los ánimos políticos, como la introducción de la jornada laboral de ocho horas y el sufragio universal (1919).